Nos hemos acostumbrado a que los niños y adultos con TEA cuenten con una serie de apoyos que les hacen entender el mundo que los rodea y su propia vida. Al menos en nuestro entorno cercano, lo más frecuente es que estos apoyos los proporcionen profesionales que dan todo lo que tienen por comprender a cada persona con la que trabajan. A estas alturas, es difícil imaginar un contexto en el que la intervención no se base también en una relación muy cercana entre profesionales y familia, así como en un profundo respeto mutuo. Sin embargo, unas cuantas décadas atrás —salvo en contadas excepciones— la realidad era otra…

El ya nada pequeño mundo del autismo está hoy muy triste por la pérdida de una de las personas que en mayor medida han contribuido a que se produzca este cambio. Nos ha dejado Theo Peeters, un gran experto en autismo y, sobre todo, un gran ser humano. Theo tenía una visión muy particular, en parte explicada por su formación neurolinguista y por su especialización posterior en autismo en sus años en Londres y en Carolina del Norte, pero que sobre todo se debía a su enorme empatía con las personas con autismo. Su compromiso le hacía tener siempre abierta la puerta de su casa en Amberes (Flandes) a cualquier persona que compartiese rumbo con él y estar siempre dispuesto a viajar a cualquier rincón del mundo con tal de ayudar a los profesionales, familias o personas con autismo que lo necesitasen.

Theo, que en los últimos años de su vida se esforzó mucho por aprender español para poder atender las demandas que recibía desde España y Latinoamérica, basaba principalmente su mensaje y sus enseñanzas en su gran capacidad para escuchar a las personas con autismo, algo para lo que poseía una habilidad especial e increíble. Esa empatía le otorgaba un conocimiento muy profundo sobre la manera de percibir y comprender el mundo de quienes tienen mayores necesidades de apoyo. Gracias a esa comprensión, como él mismo decía, los días en los que era posible ocultarse detrás del «enigma del autismo» son ya historia. También tenía muy clara la necesidad de un alto nivel de especialización y compromiso por parte de los profesionales: «personas excepcionales necesitan profesionales excepcionales» (Feinstein, 2016).

A Theo le gustaba tender puentes. Puentes entre personas con y sin autismo, entre profesionales y familias. Tender puentes también a través de sus libros: tanto entre la comprensión teórica y la intervención educativa (Peeters, 1997) como entre el ámbito médico y el educativo (Peeters y Gillberg, 1999). También le gustaba hablar de los últimos testimonios de personas con autismo que había leído o escuchado y reclamaba un mayor papel de los antropólogos, de quienes hayan aprendido a mirar sin prejuicios otras culturas como la del autismo, admirando mucho el trabajo que realizó en este ámbito Roy Richard Grinker (2008). Para Theo, el horizonte del cambio estaba en la sociedad al completo y en sus representantes: «Una sociedad que tiene un concepto tan rígido de lo que es la “normalidad” y que tiene tantos problemas con la diversidad necesita “terapia”», decía.

Gracias, Theo Peeters, por habernos enseñado el camino para comprender a las personas con autismo. Gracias por tanto.

Entrevista a Theo Peeters publicada en el boletín on line de AETAPI de marzo de 2002: http://www.aetapi.org/online/boletines/b10/b10-peters.htm